Magnanimidades
|Me deslizaba a través
de los arabescos del hierro;
en sus curvas y formas varias,
me estampaba contra el vacío.
Continuaba en el aire los dibujos del cemento;
de los muros, con sus huellas barrocas;
desmembrándome en una dimensión
que me desconocía.
Mi presión disminuyó
al límite de su mirada fría;
que me imputaba viviente.
Entonces abrí aquellas persianas inmensas
que postergan fulgores
de respiraciones arcaicas.
Con sus betas de madera marcadas de agua,
rasguñadas por el tiempo.
Y un balcón me esperaba.
Mientras la nada me rondaba,
mientras comprendía la oscuridad de aquel humo amenazante;
tomé el pasado entre mis manos y lo bebí.
Y me integró.
En el fondo, lejos,
la casa aullaba;
lloraba las horas en las que, alguna vez,
escribió versos desiertos;
hoy, inexistentes.
Entonces corrí y giré,
giré y corrí;
investigando sobre mí
los rescoldos de aquel ayer tan presente.
Y derramé mi esencia, mi cuerpo,
sobre sus paredes retrógradas
que imprimían voces en mi piel.
Incesablemente vuelvo a la época,
mi época;
porque sobra en mí
un futuro inútil.|
m n m
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