Autismo filosófico
Partió de mi
hombro con sus débiles y sumisas extremidades.
La hormiga,
sigilosa, camina…me atraviesa.
Fuera de su
mundo, los instantes debaten el comienzo de algo, atropellándose unos con otros
para poder tomar su lugar. Mientras que mi cabeza emprende una travesía hacia
arriba, o quizás se encuentra dando un indicio de fin.
Quieta, en una
silla que me hunde y a través de una ventana que me lleva, puedo sentir como
sus raquíticas patas me conectan a una vida que en un remoto destino me vigiló.
Ella le
atribuye a mi piel un relieve histórico y al mismo tiempo yo la percibo
dubitativa, investigando una funda ajena.
Ya la veo en
la cuenca interna de mi codo y mi imaginación se anticipa al final de su
sendero.
Completamente
abstraída en la representación que este pequeño ser me significa, evoco la imagen
de Alberto logrando compenetrarme en sus pupilas.
Mi respuesta
sólo puede constituir una mirada acabada.
-Marta.
–insiste Alberto- arriba sólo encontrarás dudas.
-Sí –aturdida,
encuentro aire para refutarlo-, pero en algún momento se va a caer.
La hormiga
siguió su rumbo y, confirmando el cierre del recorrido, declinó súbitamente
hacia el suelo.
m n m
No hay comentarios:
Publicar un comentario