Por eso nos
miramos a los ojos. Cuatro filas de
8 humanos enfrentados
mirandosé fijamente,
apenas pestañeando,
apenas pestañeamos,
cuatro filas bien derechas y
meticulosas, nadie se sale de su lugar,
nadie se deja de mirar, nadie se
deja caer.
Atrás de las cuatro filas se ve
todo negro,
los asteroides nos miran
obnubilados porque
nadie mueve un centímetro de su
cuerpo, porque nadie de los 8 humanos
de las cuatro filas derechas y
meticulosas
es capaz de deducir de sus miradas
que son criaturas de otro lado,
que somos criaturas de otro lado.
De los ocho humanos que formamos
parte de las filas azules
ninguno de nosotros
ninguno de nosotros 8
nadie
nadie ninguno pestañea ni nota que
estamos habitando este lugar desde
hace años y
que nunca abandonamos esta posición
ni dejamos de mirarnos,
estamos en la fila azul y somos
ocho,
venimos de algún otro lado.
Somos humanos o somos autómatas
o las dos cosas. No lo sabemos.
Sacamos conclusiones apresuradas,
sentimos cosas apresuradas,
nos ahogamos apresuradamente en el
dolor
y volvemos apresuradamente a la
alegría. Nos enamoramos
así de rápido y nos aburrimos así
de rápido.
Qué seremos entonces,
nosotros 8 que somos de otro lado,
criaturas como todos
porque todos somos criaturas, los 8
y los otros 8 de todo el universo.
Tenemos ojos gigantes llenos de
ciudades adentro,
como todos,
ciudades en donde infinitos grupos
de cuatro filas
de 8 humanos se miran fijamente:
acá
no pestañeamos,
no mentimos más de lo común,
no jugamos a la soga,
no nos drogamos,
no escuchamos rock. Todos estamos
en este lado y por eso
nos miramos hasta agotarnos,
buscamos otro lugar porque
queremos otra cosa.
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