domingo, 9 de marzo de 2014

Autopsias en las autopistas IV


Raquel busca conexiones entre las primeras horas de los domingos del mes 


Raquel es una mujer de pelo negro. Le gustan los gatos y la lluvia. En este momento Raquel está sentada en una silla de la terraza fumando un cigarrillo, pensado en los síntomas de las enfermedades psicológicas. Raquel escucha desde su terraza cómo los hijos más chicos del vecino se gritan: -¡vos sos del planeta KC6!, –¡no, vos sos del planeta KC6, canté pri!-.

Lo más difícil de estar bloqueada es la presión que nace de la panza, en el centro de mi cuerpo que intenta salir (palabras tóxicas). La panza y la presión y las palabras, todas intentan salir de mí, me empujan, salgo expulsada o quiero salir expulsada y terminar con todo esto.
Siento la pared de ladrillos que tapa la salida el bloqueo es mortal y solo puede llevarme a un puerto seguro: una hoja de papel en blanco. Las cuatro esquinas y toda la materia que lo rodea está en blanco, de arriba a abajo recubierto de ectoplasma siniestro: ese que nos cubre a todos los que vemos la parte real de la vida.
Real. Realidad. Qué es lo real. No lo sabemos. Cambio constante: algo que nos deja y se va y nos deja y se va y nosotros nos quedamos ACÁ dejados por la realidad que nos abandona y nuestro cuerpo muerto flota en un estanque.
Mi única salvación es escuchar música. muchacha punk. muchacha punk que odia la etiqueta ‘soy punk’, soy jipster’, ‘soy indie’ ‘soy una persona a la que no le importa qué es’. Soy una persona a la que no le importa qué es. Qué música escucho: qué importa.

Raquel estaba sentada en la terraza pero salió a caminar. Raquel caminaba por la calle y se decía ‘mañana no me tengo que olvidar que hoy pienso que la vida es una mierda’. La vida es una mierda y lo único que nos queda es la soledad de la botella. Y la soledad de un cigarrillo. Y la soledad de escribir un poema sobre el humo y la compañía de un cigarrillo, del humo de un cigarrillo que tapa la soledad. Soy. Sola. Soy una persona que cayó en un cliché.
Raquel pensaba en Hugo el día que escribió ésto.
Raquel escribe siempre en primera persona. Pero: ojo. El hecho de que un grupo de palabras del texto estén escritas en primera persona no significa que la persona que lo escribe sea la primera persona que es el personaje. Raquel se veía absorbida por sus propios pulmones: lo que decimos respirar es la absorción de nuestra propia alma.
Raquel se absorbía el alma en el momento de escribir estas palabras (porque después de salir a caminar Raquel volvió a su casa a buscar conexiones entre las horas de los domingos). Yo me absorbo vos te absorbés nous absorbens voux absorbeux. 
Raquel venía de caminar unas cuadras. Pensaba: no tengo memoria de nada porque reprimo todo. Toda mi infancia (toda su infancia) es un hueco o una hoja de papel en blanco. Mi madre muerta: eso es todo. Ese es todo el ectoplasma o la sustancia fantasmal que recubre su (mi) hoja de papel: el cuerpo de mi madre muerta. El cuerpo de mi madre muerta está bajo tierra en el cajón de un cementerio parque en Córdoba Capital. Qué resuelve que el cementerio parezca un parque. Qué cambian las flores de colores y el césped sembrado por alguna empresa multinacional con productos cancerígenos. Los muertos no dejan de ser muertos y los vivos no dejan de estar del otro lado de esa misteriosa y débil línea de entrada y salida de aire (absorción del alma propia) que nos convierte en seres terrestres. Extra. Terrestres.
Raquel pensaba en todo eso mientras caminaba y buscaba algún argumento fuerte para reforzar su queja a la raza humana. La raza humana pronta extinción.  Raquel volvía a su casa a sentarse en frente de una hoja de papel en blanco (niñez absorbida por el cuerpo de una madre muerta) y recordar su poca capacidad de recuerdo a largo plazo. Y para qué necesito tener memoria hoy. Necesito hacer algo con las manos. Necesito tirarme a hacer fiaca en mi cama y mirar dibujitos. Y mirar dibujitos. Y mirar dibujitos.
Las canillas están abiertas. Raquel saca una hoja de su bolsillo y las canillas están abiertas y necesito hacer algo con las manos mientras el humo del cigarrillo cubre mi soledad. Suena el timbre y Raquel recibe al amante, al ladrón, chorro, al muchacho punk creador de palabras cursis. Raquel pensaba en Hugo el día que escribió ésto. Raquel piensa que para qué necesita de su memoria hoy. No la necesita. Pero no me tengo que olvidar (mañana) que hoy pensé que la vida es una mierda. Aunque la vida no sea tan mierda todo el tiempo. Existen Hugos y la vida no es una mierda todo el tiempo. Estos son los párrafos más largos que puedo escribir. Puedo sacar a Raquel. Puedo sacar a relucir la hermosa figura de Raquel: nítido cuerpo de mujer con nombre encabezado por la letra R: para escribir una novela necesitaría otra lengua. 


***

No hay comentarios:

Publicar un comentario