viernes, 21 de marzo de 2014

Dooper


Tiene una voz nasal
y pronuncia el inglés con dureza.
Vive en Manila, o trabaja
en Manila.
Hace dieciséis semanas, desde un cubículo
disca números canadienses.
Nunca sabe con quién habla, pero sí cómo
tiene que hablar, lo mismo da
si está en Manila, en Córdoba
o en Winnipeg.
Dooper tiene veinte años
va en una moto roja hasta el trabajo
sobre la autopista que lleva
al centro de la ciudad, Dooper trata
cada mañana
de quebrar
la barrera del tiempo. Y no consigue
llegar a su línea de producción.
No sabe escuchar, dicen sus jefes,
no detecta
las necesidades del cliente.

Pero Dooper no contesta, él
tiene un secreto que lo tranquiliza.
Llueve en el centro de Manila
el agua aleja
las bocinas de los autos.


Eloísa Oliva
El tiempo en Otario, Editorial Nudista

***

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