lunes, 28 de julio de 2014



De chica soñaba con una casa 
hecha de alfombras: paredes de alfombras
y techos de alfombras. Cerraba los ojos
y convertía mi habitación en el Reino de las Cosas de Alfombra.
Me sentaba en frente de la tele a mirar dibujitos
y me los imaginaba a todos
viviendo en sus casas de alfombra. 
Una casa así, toda acolchonada y sensible,
es un portal. Guarda que si apoyás
la mano en esa pared, terminás en el universo 
de la alfombras circulares. 
Guarda que la de este techo 
está viva, y se despierta
con el perfume del chocolate. Yo advertía, así,
a Rocko y a Heffer de las posibles desapariciones
a través del silencio de las alfombras. 
Jamás pude hablarlo con nadie
porque papá decía que esa casa era solo mía
y que podía volver cuando quisiera; pero
lo que ni él ni nadie sabía,
es que yo ya había entrado a esa casa,
hacía mucho tiempo,
y que nunca iba a poder salir. 



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