sábado, 17 de mayo de 2014

Bi japi


Tengo la obsesión de dibujar ojos;
les hago cosas adentro: limones, gatos,
faroles, un sombrero, ciudades.
Vuelvo a escribir un poema sobre cucuruchos
 y adolescencias. La típica.
Qué es la juventud,
por qué escribo sobre eso,
por qué me da tanto miedo que se vaya
qué es la juventud
qué es dejar de ser juventud. Si una parte de mí estuviera en el ’93
lo podría decir mejor. Si mañana me despertara en
el ‘93
y el año que viene volviera a ser 93
y el otro año, y el siguiente. Y así. 
Pero no se trata de eso. Se trata de fingir que 
nunca vamos a ser viejos,
de hacernos que comprendemos la juventud porque
la llevamos al extremo. Eterna y dorada y bla bla bla.
Todos
hacemos lo mismo: dibujamos ojos raros,
escuchamos música freake, usamos cucuruchos para
rebelarnos.
Nos hacemos los locos
aunque sólo seguimos la corriente desde una esquina.
Y por eso lo hacemos. Nadamos 
como queremos porque  
somos como todos y todos somos lo mismo,
a final nos rebalsa el agua.  


***

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