Como ya crecí
y no me dejan volver
a chorrearme el helado de
frutilla
y chocolate
voy a empezar a contar
las baldosas de mi casa,
les voy a dibujar una frontera
con fibrón
negro:
de un lado la llovizna,
del otro los samuráis.
Desde el piso
voy a comer las gotitas de helado
que no van a dejarse sostener,
a todos nos rebalsa el agua.
mnm
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