lunes, 1 de abril de 2013

Superposición en planos circenses


Tirada a la basura: la circunferencia de plástico
que recubre tu cuerpo.
Mientras se acercan tres mulas consumidas por el sol.
Desde allá, tus piernas corren solas
e independientes.


Cómo quisieras ser


En ese paisaje lírico,
siento la utopía de tus ojos deambulando
en el centro de una lágrima
que se derriba, por el peso de la mediocridad humana.


Y la savia del árbol que nunca nació
escupiendo litros de elocuencias.
Impotente por el rompimiento
de alguna raíz que se exprime de manera inductiva.


Cómo saber si es posible que aquellos peces.
Cómo saber si poder meter dedo en ojo verde.
Enorme –ojo verde– líquido.
Cómo saber si sabés que yo.


Entonces, encuentro la frescura
que excreta algún momento azul de tu contacto
entre las olas salvajes.


Entonces sonrío (¿cómo saber que es cierto que sonrío?),
sumergida en aquellos espacios acuáticos
de belleza amorfa.
Entonces encuentro el secreto del universo:
dos algas circulares (redondas), verdes, extremas, profundas.



m n m 

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