Tirada a la basura: la circunferencia de plástico 
que recubre tu cuerpo.
Mientras se acercan tres mulas consumidas por el sol.
Desde allá, tus piernas corren solas
e independientes. 
Cómo quisieras ser
En ese paisaje lírico,
siento la utopía de tus ojos deambulando 
en el centro de una lágrima 
que se derriba, por el peso de la mediocridad humana.
Y la savia del árbol que nunca nació 
escupiendo litros de elocuencias.
Impotente por el rompimiento 
de alguna raíz que se exprime de manera inductiva. 
Cómo saber si es posible que aquellos peces. 
Cómo saber si poder meter dedo en ojo verde. 
Enorme –ojo verde– líquido.
Cómo saber si sabés que yo.
Entonces, encuentro la frescura 
que excreta algún momento azul de tu contacto
entre las olas salvajes.
Entonces sonrío (¿cómo saber que es cierto que sonrío?),
sumergida en aquellos espacios acuáticos 
de belleza amorfa. 
Entonces encuentro el secreto del universo: 
dos algas circulares (redondas), verdes, extremas,
profundas.
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