Mientras busco el
blanco en mis ojos,
degusto el pardo en
los tuyos.
Azul cielo el de tu
oxígeno
cuando recorre mi
silueta.
Verde pino tu perfume
cuando atraviesa el
sueño,
y rojo sangre el
sabor
que tu abrazo imprime
en mi pecho.
Lilas, tus lágrimas,
se deslizan sobre mi
palma
encontrando la
felicidad de un escondite.
O acercándose al
declive.
Anaranjados los
canales,
que nos unen la
mirada,
y armónicos comunican
un camino hacia lo
inmenso.
Hacia un comienzo.
No recuerdo la fecha,
no persigo el porqué,
no comprendo las
luces,
no atosigo el final.
Surgiendo tú figura,
bajo aquella mesa,
terrosa en tu iris,
y blanca en la
túnica.
Decidiste aquel día
volver
y así reafirmarte,
para siempre,
.Madre.
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