Quiero llorar este dolor eterno
que circula bajo mi piel
(y la desgarra lentamente).
Quiero llorar
y derramarme
en la insuficiencia
de mi percepción humana.
Quiero llorar
y entregarme al líquido
de un suicidio amenazante
y definitivo.
Quiero llorar
de no-pertenencia
(y-ensangrentarme
y-abrazarme
a mi soledad fiel).
Quiero llorar
de pérdida,
propia y ajena,
–y
detenerme entre las cuchillas
de la existencia vana,
de la humanidad inútil
que me asesina día a día–.
Quiero llorar
la delgadez que persigue a mi cuerpo.
Y tirarme,
y aplastarme,
y acribillarme
entre el centro de mis ojos
y la nostalgia.
Quiero llorar
en todas las direcciones
de mi amplitud.
Quiero llorar
(enterrarme)
bajo el odio a mi circunferencia;
y crujir, para siempre,
en ruidos
en quiebres
en muertes
irrevocables.
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