lunes, 1 de abril de 2013

Cáncer


Tiene furia propia
cuando toma el centro
de mi pecho,
                         encierra su puño,
y aprieta, ahorca, estruja mi carne.


Tiene vida y tiene muerte,
tiene mis labios secos
de tanto
asfixiarse,
y tiene un mar, sinuoso y tenaz,
de líquido derramado.


Tiene un agujero negro
que me absorbe
o me chupa
con fuerza centrífuga.


Tiene imágenes perdidas
en algún rincón del universo,
–si es que somos ciertos
el universo y yo–.


Tiene momentos que no fueron,
recuerdos inventados,
sonrisas creadas y construidas
entre la nada y la mentira.


Tiene la pérdida del ser
que jamás conocí ni conoceré,
dueña de la voz implícita que me habla
al oído dulcemente, y me abraza
cuando desaparezco.


Tiene aquel abismo,
el mismo de la lluvia
                   –cae hacia abajo–,
que significa no tenerte nunca
y perderte día a día,
siempre por primera vez.


Tiene los ojos podridos
y la risa satánica
de la enfermedad de la muerte,
que camina de costado.


Tiene el instante
final
y el blanco entre tus dedos.


Tiene la injusticia
de haberte arrancado de mí
(de nosotros)
mientras te abrazábamos
con el cuerpo y con el alma.


Tiene la mitad de mi vida
destrozada e inmovilizada
(para siempre) entre sus manos.


Tiene una falta infinita.


m n m 

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