Qué redondo es.
Puedo tocarlo con los dedos
al acercarme.
Es tan suave que cambia de color
sin mirarse.
Tan redondo es.
Se encoje hacia
el centro de sí mismo,
y desde ahí
se escucha ser.
Sin que dé la vuelta,
me retiene,
y todo dice al callar.
Es tan dulce siendo.
En su ventana
dibuja un poema,
lo mira,
lo saluda,
y lo piensa.
Lo duele.
Da la vuelta
y con su pecho
me rodea de todo el arte
que el silencio puede dar.
Me lleva hacia adentro.
No es fácil comprender
cuántos mundos pueden caber
entre dos cuerpos,
y dos almas.
Al salir, una siempre quiere volver.
Es tan dulce siendo, y doliendo.
m n m
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