domingo, 7 de abril de 2013

Carne arde adentro


Dentro del centro del cuerpo
hay un hueco (bien cavado, bien profundo)
que me suprime
que me extirpa
que me succiona.


Dentro de lo negro y de lo muerto
se desvanece la fuerza,
la postura,
la respiración,
la mente,
la sangre,
los gritos,
la desesperación,
la súplica.
El golpe. El eterno golpe.


Entonces me caigo.
Bien profundo, desciendo hasta no saber
quién soy (nunca lo supe),
o qué es un ojo,
o qué es (qué hace) este dolor
extrayéndome las partes de mi cuerpo
y triturándome el alma.


El dolor también tiene forma
(tiene la cosa cuadrada de todas las formas
y tiene el humo que recubre toda vida).

La catástrofe se hunde vertiginosamente
y sin escrúpulos: me lleva.
Me lleva.


m n m 

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