miércoles, 20 de marzo de 2013



Lo diario y los perjudicados


La única enseñanza de mi poema es que existo.
Me lo enseño a mí misma, porque aún dudo.
Leo que existo... tal vez. Peut-être.

Entonces quiero detenerme, pero este ritmo me succiona.
Salgo, trabajo, camino, me esfuerzo (ayer no dormí bien),
me concentro, tomo apuntes, vuelvo a caminar, estudio (hay mucho),
me acuesto y tengo insomnio.
Salgo-trabajo-camino.
Entonces quiero detenerme, pero este ritmo me succiona.

Y ya no puedo leer y mirar por la ventana,
y luego pintar y derramar una lágrima,
y mirar a mi gata ronroneando sobre mis piernas,
y besar tu boca siempre por primera vez.
Y ya no puedo sólo crear.

Modernidad: quiero humanidad.
La luz verde otra vez mientras mis dedos la escupen.
Hombre luz se hizo azul; y su sombrero.
No sé si alguien sabe: estoy siendo.

Aunque me cague de frío bajo el techo de chapa,
y mi panza ruga de vacío.



m n m  

No hay comentarios:

Publicar un comentario