lunes, 25 de marzo de 2013


Lo extraño de llevar tu sangre


Este es el momento en que mi alma cae en forma ovalada, cristalina y endeble. Líquida.
Este es el momento en el que suelto a mi pequeña hija (feto –o pedazo de carne viva–, incubada en mi útero durante nueve meses y expulsada entre amor e incertidumbre).
Este es el momento en que pierdo eternamente lo que algún día fui.

Cuando una tiene columnas en sus huesos. Aquellos trozos acomodados estructuralmente, en líneas firmes y prolijas. Color maíz o crema.
Cuando las columnas estallan luego flotan luego sangran.
Cuando la sangre llora hacia el centro de mi cuerpo y se disipa paulatinamente a través de mis poros.


Todo este todo es una repetición que nos-me (nosme) totaliza al punto de la locura. Me totalizo en tu locura y la locura de perderte
                                                              ‘aunque sea a-estético | a-lingüístico’


Fuimos coloquio y voz.
Ahora llueve desde la ventana para adentro,
y toda la habitación (la habitación toda) gira y se repite.
Yo repito.


Quiero derramar a gotas el agua que alimenta mis células,
y quiero dibujar la miel de tus ojos en mi historia otra vez:
hermana de lo dolido y lo luchado.


Los bosques se mueven y nunca seremos tan otras como ahora. Te expulsé de mi vientre entre amor e incertidumbre.




 m n m

No hay comentarios:

Publicar un comentario